Un
relato acerca de cierto viaje extraordinario por tierras lejanas,
envueltas en deleitantes misterios y maravillas idílicas, merece
aparecer a través de formas vivas de algún texto especialmente
conducido por la experiencia misma del tránsito entre aquellos
sitios; a la vez ajenos – por cuanto de extraño tienen – y
familiares – merced a la energía profundamente íntima que flota
en su atmósfera. Experiencia a propósito de la cual hay que detener
la mirada sobre su lugar de alojamiento: qué mayor vía de conexión
y transferencia con el mundo que el propio cuerpo desplegado en su
total extensión y plenitud de potencias. Habilitamos, pues, este
espacio como campo dónde brote un relato acerca del Viaje a China de
la asociación Chin Wan, desde de su fuente legítima: la emanación
de formas que traduzcan la experiencia vivida por el Shifu Ernesto
Kolhbrenner en el “Imperio del Dragón”.
China es el dominio de atribución del
surgimiento de una factura cultural de riqueza tan vasta y
extraordinaria como sólo podría serlo algún territorio cuya
tradición remonte sus raíces, a través de milenios, a los fértiles
períodos arcaicos del nacimiento de las primeras civilizaciones
humanas. En efecto, la densidad de la urdimbre cultural del pueblo
chino sólo puede palparse
a través de una consideración suficiente de la increíblemente
extensa dimensión histórica en que fue desarrollada. Tesoro, entre
otros de los que allí abundan –brotado del propio seno de aquellas
arcaicas tierras, es el wushu
tradicional; nombre genérico
dado a las “clásicas artes
de la guerra” de los
pueblos que labraron la historia del territorio chino.
Por fortuna, existen grupos humanos
avocados a la preservación y difusión inter-cultural de tesoros de
tal tipo, que se hallan integrados al patrimonio de la humanidad, y
contribuyen a enriquecerlo y dotarlo de otros medios
de movilización hacia una creativa y conducente exploración del
mundo. La asociación Chin
Wan es uno de esos grupos; se trata, ciertamente, de una organización
cultural avocada enteramente al cultivo, en nuestro espacio y tiempo
actuales, del rico acervo cultural en que consisten las artes
clásicas chinas de la guerra. Así es que el viaje del que ofrezco
un relato a continuación discurrió genuinamente por el horizonte de
acciones de nuestra asociación, a partir del cual fluye
incesantemente la concreción de fines y objetivos que dirigen su
desempeño. Por ello el relato procura, además de transferir del
modo más in-mediato posible mi experiencia, dilucidar la pertinencia
y relevancia institucional del viaje, sobre la base de su conexión
directa y esencial, en su carácter programático, con el plan
general de actividades de la
entidad.
Entre los días 31 de Julio y 31 de
Agosto, último mes del verano chino, llevé conmigo la Asociación
Chin Wan a transitar por lo largo y lo ancho de una amplia región de
la cuna del wushu tradicional, como su director y representante. Esa
región es también la cuna de nacimiento de la propia civilización
china: la gran cuenca fértil del río Huang Ho.
Durante el viaje, abracé la posibilidad
de ampliar, enriquecer y
redimensionar el bagaje de conocimientos y experiencias de Chin Wan,
como así también logré trabar vínculos con otros maestros e
instituciones dedicadas al cultivo del wushu tradicional; aspecto del
viaje de singular importancia, por cuanto contiene posibilidades de
concreción de un conjunto de proyectos
institucionales, relativos a la formación de redes de intercambio y
cooperación institucional,
en favor de la difusión de la cultura de la antigua china en
occidente.
En orden a ello, recorrí un conjunto de
lugares diversos distribuidos sobre el territorio de provincias
ubicadas, fundamentalmente, en la región central y noreste de China.
Así transité desde Beijing – al noreste de China – hasta Xi’an
– hacia el oeste de allí, y luego hacia al sur, la mágica
provincia de Hubei, atravesando las bellísimas provincias de Henan y
Shaan Xi. Este itinerario, además, hace factible la contemplación
parcial de China en su panorama socio-histórico hasta este punto de
su desenvolvimiento, y en consecuencia – como parte afectada del
proceso – la proyección del mismo sobre la historia reciente, el
estado de situación actual y las posibilidades del porvenir, del
wushu tradicional.
Intentaré ahora detallar las
actividades más importantes que hube realizado durante el itinerario
de viaje, comenzando desde el lugar de partida.
El miércoles 27 de julio viajé desde
Buenos Aires hacia la ciudad de Madrid, España. Al día siguiente me
recibió allá el profesor Bruno Tombolatto, director de deportes del
Centro de Cultura Han. Puesto que había sido especialmente invitado
por la dirección de dicha institución a participar de las “Jornadas
de Intercambio China y España 2011” durante los dos días que
permanecería en Madrid (hasta tomar el vuelo a Beijing), estuve
presente en los talleres que se desarrollaron en ese evento:
taijiquan, Shaolin Quan tradicional, meditación, idioma y caligrafía
chinos. El viernes 29 ofrecí una clase teórico-practica de kung fu
tradicional, sobre el sistema Wing Chun (sus principios y
fundamentos), a los estudiantes del profesor Bruno Tombolatto.
El dia 30 de julio abordé el vuelo
rumbo a china junto a una
delegación de miembros de la academia Shaolin Temple Cultural Center
Spain; academia de wushu tradicional dirigida por Bruno en el Centro
Han. Fuimos desde Madrid, haciendo escala en Münich, hasta el
Aeropuerto Internacional de Beijing. Desde allí tomamos un avión a
la ciudad de Zhengzhou, Capital de la provincia de Henan, distante a
unos 500 kilómetros aproximadamente. Esta provincia es, junto a
Shaanxi, tal como mencioné antes, el lugar originario de las artes
clásicas de la guerra, y específicamente, de las sofisticadas artes
de combate de Shaolin. Sobre el fondo de los contornos y formas en
que se materializa su historia y su cultura, se recortan los más
esenciales y profundos factores causales y estructurales de nuestras
artes marciales chinas.
En Zhengzhou nos esperaban instructores
de la academia Wu Gu Lun, que nos trasladaron al hotel, previamente
reservado, de la aldea Deng Feng, situada a 30 kilómetros de allí.
Al día siguiente, primero de agosto, empecé las prácticas de wushu
tradicional en la academia Wu Gu Lun, dirigida por el Shifu Wu Nan
Fang. El total de la experiencia humana allí, actúo como medio en
donde sumergido, como en aguas cristalinas, no dejé de acceder a
través de mi cuerpo y espíritu a dimensiones más y más profundas
de la esencia del Wushu. El sistema de combate que se transmite
proviene del templo Shaolin. Es verdaderamente muy antiguo y
tradicional, y lleva por nombre “Xin
Yi Ba” (traducible de modo
aproximado como “sin
mente”). En dicha academia
permanecí capacitándome por una semana. Las prácticas consistían
en tres clases diarias distribuidas en los horarios de 5:00 a 6:00 de
la madrugada; luego de la cual efectuábamos el desayuno; y de 8:00 a
11:30 por la mañana. Tras el almuerzo al mediodía, desde las 15:30
hasta las 18:00 realizábamos la práctica diaria final, y a las
18:30 concluíamos la jornada con la cena. A lo largo de esas clases
practicamos intensamente técnicas de meditación, Pan Gen (Bufa o
técnica postural y de paso) y Zhuang Gong (1ª Taolu o secuencia
técnica del sistema).
Esta experiencia se desplegó en un escenario
natural exquisito: frente a nosotros se levantaban gloriosas las
escarpadas laderas de la ancestral montaña sagrada Songshan,
envueltas casi todo el tiempo en delicadas neblinas que hacían del
panorama una visión sublime para cualquier ser humano. Esa montaña
es para el taoísmo símbolo de la tierra, entre los 5 elementos, y
se cree ocupa un imaginario eje central del territorio bajo el cielo;
detalle cuya valoración permite apreciar la fuerza de significado
que puede tener para un practicante de Wushu su paso por tierras
consideradas sitios sagrados del Wushu.
En Deng Feng imposible me hubiera
resultado dejar de visitar el mítico templo budista de “Shaolin
Si”; naturalmente, en dos
oportunidades me dirigí, junto a mi amigo Bruno, a ese monumento
vivo que la mayor admiración causa a cualquier practicante de Wushu.
Por razones sintéticas, mencionaré simplemente los rincones más
significativos del interior del templo que complacidamente recorrí:
Tan Lin o “Bosque de las Pagodas”, cementerio de 246 panteones
con forma de pagoda donde yacen los cuerpos de los miles de monjes
que hicieron la historia de 1500 años del templo; Pabellón Pilu o
Pilu Dian, donde se aprecian las depresiones en el suelo de adoquines
de piedra por efecto de la continuada práctica extraordinariamente
intensa de posturas por parte de los monjes, tras cientos y cientos
de años; Sala de Guanyin o Guanyin Dian: he allí los famosos
frescos de monjes shaolines luchando (Shuai Jiao); pico Wuru o Wuru
Feng, de la montaña Songshan; y finalmente la legendaria cueva de
Damo o Damo Dong, donde permaneció meditando durante 9 años el
introductor del budismo Chan (Zen) en una China del el siglo V de
nuestra era.
Entre los muros del Shaolin asistimos
también a la impresionante exhibición de la escuela de Wushu Quan y
fuimos, además, a visitar al maestro Shi De Yang, residente dentro
del propio templo Shaolin.
En el exterior del mismo, ascendí al
pico Shaoshi Shan (1512m), techo de la región, tras un ascenso a pie
de 15 km a través de 782 peldaños que implica aproximadamente unas
6 horas de caminata. Esa senda conduce al llamado “puente de cuerda
(Suo Qiao)”. Un monje natural de Grecia (Shi Miao Dian), muy
amablemente ofició en ese momento como nuestro guía y traductor, y
nos enseño allí todos los rincones de Shaolin Si. Fuimos, junto a
él, al Wu Guan (salón de entrenamiento) de los monjes, y visitamos
también dos pagodas donde los de mayor jerarquía monástica de
entre ellos hacen sus oraciones.
Por otro lado, quisiera mencionar otros
sitios que visité en la aldea Deng Feng. Junto a Bruno y Luis, un
estudiante de su academia, visitamos la Casa Tradicional de Té,
donde compartimos una agradable conversación al tiempo que nos
deleitábamos con un té exquisito mientras practicábamos la
ceremonia conveniente a la ocasión. Luego nos dirigimos a la famosa
academia Song Yang, a los pies de Taishi Shan (un pico de montaña),
en cuya entrada se muestran, nobles y robustos, dos impresionantes
Cipreses de 4500 años de antigüedad. Otras importantes academias de
kung fu que visitamos son Deng Feng Shi Shaolin, Shaolin Chan Temple,
la academia de Shi De Yang: “Ta Ko”, Shaolin Martial Arts
Academy Deng Feng Zheng Zhong Xiao, y Zhong Guo Songshan Shaolin Si
Wushu Xue Yue, entre otras. En efecto, tras mi paso por Deng Feng
acabé conociendo los maestros Wu Nan Fang, Hu Fei y Shi De Yang;
como mención de algunas de las más notables figuras del kung fu
tradicional del lugar.
Días después, el sábado 6 de agosto,
viajamos en tren a Luoyang. Fuimos allí a emocionarnos con la vista
de las “Grutas de Longmen (Long Men Shi Ku)”, en las afueras de
Luoyang. Se trata de más de cien mil imágenes budistas esculpidas
en la dura piedra de montaña, que han sido declaradas patrimonio de
la humanidad por la UNESCO desde el año 2000.
Entre los paredones
esculpidos, quien visita el lugar puede apreciar el correr de siglos
de fe y devoción en grados altísimos, por los cuales el pueblo se
movilizó, creció, desarrolló y produjo un sin fin de expresiones
culturales emanadas del entramado profundamente budista de la
civilización China. Expresiones de entre la cuales se cuentan las
artes de combate Shaolin, fundadas sobre el espíritu del Chan o Zen.
En Luoyang hice elaborar el primer sello en piedra de Chin Wan para
utilizar en Argentina. Honor enorme sentí por saber que nuestro
sello haya sido elaborado en esas tierras, con un bello tipo especial
de piedra del lugar, llamada “piedra
buda”, de color negro.
Lleva inscripta la siguiente leyenda lateral, hecha por el maestro de
sellos: en letras mayores, luo
yang long men shi cu; en
letras menores, xin mau nian
qi shi. Y en su base, los
ideogramas de la escritura china arcaica correspondientes al nombre
de nuestra asociación: Chin
Wan, lo
esencial.
Además fui a
visitar en Luoyang el Templo del Caballo Blanco – primer templo
budista construido en China – y el museo de tumbas antiguas.
El día jueves 11 de agosto decidí
viajar a Zhengzhou, la capital provincial. Zhengzhou se halla
localizada cerca del río amarillo y es el lugar de nacimiento de Hua
Mulan, una antigua heroína china del “mundo
wu xia” –típica
denominación folclórica usada para referir al ámbito de las artes
marciales tradicionales. Desde allí se me abrió la posibilidad de
tomar un “tren pájaro” – servicio ferroviario que circula a
una velocidad de 300 Km. por hora – para alcanzar la ciudad de
Xi’an, capital de la vecina provincia de Shaanxi al oeste de Henan.
Pese a lo atractivo que resultaba ser el recorrido, la decisión me
resultó compleja en ese momento puesto que debería hacerlo
absolutamente sólo, a merced de todas mis dificultades lingüísticas
y culturales. ¡Afortunadamente lo realicé con éxito! El tren
partió de la estación ubicada en la plaza principal de Zhengzhou y
en cuestión de un breve lapso de tiempo recorrió los 124 kilómetros
hacia el oeste que separan Zhengzhou de Xi’an. Una vez en Xi’an,
visite la famosa Torre del Tambor y el descomunal Ejercito de los
Guerreros de Terracota.
Los recorridos por esos lugares habilitan la
posibilidad de oír el eco de las acciones de miles de soldados,
guerreros épicos, bandidos, héroes y altruistas luchadores, que
resuena detrás de cada puño, patada, proyección, o cualquier
maniobra técnica que al día de hoy realizamos fruto de la
preservación de esa herencia.
Luego de permanecer en Xi’an por tres
días, tome un colectivo al pueblo de la misteriosa y sublime montaña
Wudang; antiguo lugar de cultivo del taoísmo y las artes y ciencias
inspiradas en sus principios estéticos y metafísicos. Wudang fue
también el escenario de desarrollo del relato y de la captación de
las tomas del film “El Tigre y el Dragón”. El trayecto hasta
allí es bellísimo; se atraviesan terrazas y túneles perforados en
las montañas mientras a la vista se exhiben paisajes maravillosos;
transcurrimos por Yancun, Shanyang y Tian Zhu Shan. Llegue al pueblo
de Wudang y me aloje en un hotel de la avenida principal (Tai He Da
Dao). A lo largo de la misma hay locales que venden cuanto tipo de
espadas y elementos para la practica del gong fu alguien pueda
imaginar.
Al día siguiente iba a concretar el
anhelado ascenso a Wudang Shan (montaña de Wudang). La sensación de
realización personal, la emoción, y una profunda perplejidad ante
la majestuosidad de la naturaleza y el misterio de la cultura
taoísta, me mantuvieron expectante de un inusitado transcurrir
bellamente poético del instante. A la mañana siguiente fui en
colectivo hasta el pueblo de Nanyan y me hospede en el Wudang Grand
Hotel.
El conserje me puso en contacto con el Shifu Gu Shi Yi,
director de Wudang Taoist Wellness Academy. Allí practique por una
semana el sistema Wudang Taiji
33 Forms, además de técnicas
de meditación y Qigong. No encuentro modo fácilmente asible de
expresar con el lenguaje la extraordinariedad y magia de haber
practicado ello en las elevadas terrazas de las laderas de la montaña
Wudang, contemplando paisajes que exudan, punto por punto, aliento
sagrado. Como componente exaltador de la experiencia, tuve tres
hermanos de práctica en esa academia con quienes entable una cálida
y enriquecedora relación: Pan Ren Wei, Xiong Jun Chao y He Jian.
Por esos días me tome un tiempo para
subir al Palacio Dorado, la cima de Wudang Shan. También visite el
Palacio del Paraíso Púrpura, el Palacio de los Cinco Dragones, la
Cueva del Dragón Amarillo y Xi Xiao (Nube Púrpura), templo donde
se realizaron tomas para el film Karate Kid protagonizado por Jackie
Chan. Por otro lado dediqué tiempo también a visitar academias de
la tradición Wudang dispersas por la zona: Taoism Tai He Martial Art
School, Chuanzhen Martial Art School y Jing Wu Martial Arts School.
Durante mi estancia en Wudang Shan conocí muchos profesores y
estudiantes extranjeros de Wushu con los cuales intercambié
numerosas y enriquecedoras experiencias, conocimientos y opiniones.
Entre ellos quiero recordar al Shifu Liu Yu Wei (Italia), a los
instructores Giobatta Pavan y Massimiliano Piccolo
(Pordenone-Italia), a la instructora Olga Norikova (Rusia) y al Shifu
Zhang Jia Li. A todos ellos guardo estima y doy mis más sinceros
agradecimientos por el tiempo y los saberes compartidos.
En el pueblo de Wudang, pasando por un
túnel situado al extremo de la peatonal Bu Xing Jie, se accede al
ruinoso templo Yuxu, sitio donde fui a visitar la escuela de gong fu
mas antigua del lugar. Había a sus alrededores muchos extranjeros de
muy buen nivel en Wushu practicando (USA, Bélgica, Holanda, Italia,
entre otros); a través de un intercambio con los cuales, me dispensé
de valiosos criterios para cotejar diferencias y similitudes entre
los modos de transmisión del Wushu tradicional propios de cada país
en el mundo.
Me alejé finalmente de esas
inaprensibles maravillas y misterios de Wudang. Retorné a Xi’an en
colectivo. Al día siguiente de mi arribo a Xi’an continué curso
hacia Zhengzhou nuevamente en tren, pero esta vez en “tren cama”.
Lo cual significó un incómodo periplo de ocho horas hasta alcanzar
Zhengzhou, desde donde subí a un colectivo a Deng Feng. Nuevamente
en la región de Shaolin, me reencontré con Bruno, Luis y Gustavo
(otro de los estudiantes del profesor Bruno Tombolatto).
Había
dejado mis maletas en el hotel de Luis por razones de mejor
movilidad. Luego de pasar a recogerlas, fuimos juntos a visitar una
escuela de Chen Taijiquan y posteriormente un hotel internacional
donde acontecería la presentación de una serie de 8 libros muy
antiguos de Shaolin editados por primera vez para su circulación
pública. Para mi enorme agrado, conocí un periodista ruso con
injerencia en la organización del evento, y luego de conversar un
rato, muy amablemente me obsequió un saco que contenía los 8 libros
de Shaolin.
Tema aparte. Gustavo fue mi compañero
durante dos días, 24 y 25 de agosto, en los que realizamos una
expedición a la aldea Chen Jia Gou, el sitio de origen histórico
primitivo del Taijiquan. Fuimos en colectivo desde Deng Feng,
atravesando unos 100 Km. de distancia. Una vez allí conocimos la
escuela de Taijiquan que dirige el famoso maestro Chen Xiao Wang y al
otro dia estuvimos con los maestros Zhang De Wang y Zhang Sui Sheng,
del estilo Hu Lei Taiji (estilo del rayo). El maestro Zhang De Wang
nos mostró una forma del sistema, lo cual resultó ante nuestros
ojos algo increíblemente espectacular y magnífico; personalmente
jamás había apreciado el despliegue de tanto nivel en la
realización de un Taolu. Practicamos un poco las bases del estilo y
luego rodé manos en Tuishou con el maestro. Pasamos una noche en la
aldea y regresamos a Deng Feng al día siguiente.
El 27 de agosto me dirigí desde Deng
Feng a Beijing. En la capital nacional visité el mausoleo de Mao Tze
Dong, la Ciudad Prohibida, la Plaza de Tian An Men, el Templo Lama y
la Gran Muralla. Finalmente el 31 de agosto emprendí mi regreso
aéreo desde Beijing a Madrid, con escala en Frankfürt (Alemania).
Los últimos días del viaje
transcurrieron en Madrid, con Bruno y Gustavo Vila, acondicionando el
Wu Guan del Instituto Cultural Han. Fuimos a practicar al parque del
buen retiro y me llevaron a conocer el centro de Madrid, el Palacio
de Cristal, el Arco de la Victoria y Parque del Oeste. El sábado 3
de Septiembre arribé al avión que me traería de regreso a
Argentina y pisé finalmente suelo santafesino el domingo 4 de
setiembre en el Aeropuerto de Sauce Viejo, donde fui recibido por los
instructores y practicantes de nuestra querida Chin Wan.
Espero que haya funcionado el breve
relato de mi itinerario por China para lograr ponderar la importancia
que un viaje de este tipo tiene el marco de desempeño institucional
de una asociación cultural como la nuestra. Antes de culminar
querría ofrecer una conclusión personal a propósito de China y su
relación con sus artes clásicas de la guerra. China es un país
que, paradójicamente, se encuentra inmerso en una radical transición
y, al mismo tiempo, sigue siendo el mismo. Esa dicotomía generada
por la yuxtaposición de la modernización occidentalizante con el
antiguo mundo, también ofrece una perspectiva
clave para enfocar un marco de problemáticas específicas
concernientes a nuestro arte marcial y su cultura.
Por consiguiente, concernientes a nosotros como cultores del mismo, a
cuyo tratamiento metódico y riguroso debemos avocarnos para
continuar trabajando de modo conducente en favor de las artes
marciales chinas. En efecto, vale enormemente el esfuerzo que podamos
realizar por preservar un tesoro para la humanidad que abre
instancias y caminos para el desarrollo humano a partir de una
exploración del mundo, de la naturaleza, a través del arte marcial.
Shifu Ernesto Kohlbrenner
Director de la región Sudamérica
de
Chin Wan Kung Fu Association